miércoles, 21 de diciembre de 2011

Una Nostalgia que de Consuelo a la Alegría




Hace varios días ya que quiero escribir sobre la tristeza de la partida, aún sin haber llegado,  de un angelito que con tanta ilusión era esperado por quien para mí es la expresión viva de la Alegría... de hecho lo hice, escribí una conversación con mi madre (otro Angel que se fue antes de lo esperado) pidiéndole guía, ayuda... que me dijera Cómo se consuela a la Alegría? Ese día estaba tan triste que no hice sino “chillar” como dicen los mexicanos y se convirtió en río apurado y desesperado de lamentos... me hacía falta llorar con mi mamá. Y lloré. 
...El viernes borré de mis entradas ese lamento que lejos de consuelo inspiraba todo lo contrario a lo que yo necesitaba... a lo que todavía mi querida Alegría necesita... 


Yo tengo amigos y tengo amores y a Dios le estoy muy agradecida... Y más agradecida por mi familia! Este año ha sido difícil para mi hermano mayor a quien respeto y admiro por su perseverancia y constancia en la lucha por tener una vida mejor para sus hijos, se que él más que yo necesita urgente del abrazo materno o al menos meterse en la cama con mamá... Mamá no está. Pero en verdad no está? 

Hoy quiero regalarle a mi hermano y muy especialmente a mi muchachita Alegría, un fragmento de la relación de amor y amistad mas hermosamente jamás descrita, se parece a lo que yo puedo contar porque aunque no soy mamá, conocí el amor de mi madre y me consta que es el amor más grande... y ese nunca se acaba! A ellos, les cuento que para cada momento de la vida de una relación con nuestros seres queridos puedo dedicarles un capítulo de ¨Platero y yo”...

             
            Nostalgia

Platero, tú nos ves, ¿verdad? 
 ¿Verdad que ves cómo se ríe en paz, clara y fría, el agua de la noria del huerto; cuál vuelan, en la luz última, las afanosas abejas en torno del romero verde y malva, rosa y oro por el sol que aún enciende la colina?

Platero, tú nos ves, ¿verdad?
¿Verdad que ves pasar por la cuesta roja de la Fuente vieja los borriquillos de las lavanderas, cansados, cojos, tristes en la inmensa pureza que une tierra y cielo en un solo cristal de esplendor?

Platero, tú nos ves, ¿verdad?
Verdad que ves a los niños corriendo arrebatados entre las jaras, que tienen posadas en sus ramas sus propias flores, liviano enjambre de vagas mariposas blancas, goteadas de carmín?

Platero, tú nos ves, ¿verdad?
Platero, ¿verdad que tú nos ves? Sí, tú me ves. Y yo creo oír, sí, sí, yo oigo en el Poniente despejado, endulzando todo el valle de las viñas, tu tierno rebuzno lastimero...

(Fragmento de “Platero y yo” de Juan Ramón Jimenez)

***



Querida “Alegría”, para ti es difícil sentir nostalgia de quien no vió la luz del día, pero mi niña, ese Angel sintió el calor más grande que tanto añoramos tu papá y yo! Ahora mismo, no quiero ponerme en tu lugar, quiero que de alguna manera tu, que ahora estás abatida, apagada y muy dolida, hagas un esfuerzo y te pongas en nuestro lugar... Nosotros vimos, y sentimos el amor de una madre y sabemos como ella sufrió con cada de uno de nuestros pesares y como rió con cada una de nuestras alegrías, tu eres madre porque llevaste un Angel en tu vientre, que eso nunca nadie te lo quite, yo quiero rendirte tributo por eso! porque has tenido la dicha de sentir así sea unos meses la bendición de ser mamá. 

Quiero que tú ahora vuelvas a leer el fragmento que arriba te comenté y que recuerdes todo lo que viviste durante esa espera... y quiero que veas como desde aquí al cielo siempre hay una escalera, por allí transitan nuestros amores, si, el de mi mami que vino y se fue y el de tu Angelito  a quien  tuvimos entre nosotros -de alguna manera- a través de ti... 

Yo siento Nostalgia de mamá y se que sientes Nostalgia de tener a tu Angelito, pero ellos como Platero nos ven, claro que nos ven!!!... solo basta un ratito  para mirar el cielo y unirnos a ellos a través de esa escalera que es el amor  presente y nunca ausente en nuestro Corazón... 

Con amor siempre para mi hermano mayor y mi sobrina que es nuestra Alegría, 

Kikí.



No hay comentarios:

Publicar un comentario