sábado, 29 de octubre de 2011

Una mujer innombrable y un hombre sin nombre... enfantasmados entre un poema y una canción!






Oleo de una mujer con sombrero...
"los amores cobardes no llegan  a amores,
 ni a historias, se quedan alli.
Ni el recuerdo los puede salvar..."



Silvio Rodríguez 



En una historia de una mujer que
 amando se quería ir 
y el de un hombre 
que amando se fue, 
queda   el amor, 
como un fantasma,
en un presente que nunca pasa,
que nunca llega...
La canción habla del reto que Él le hizo a Ella
la poesía de la sentencia que Ella le manda a Él...
Y yo, quiero  -y cómo quiero!-
que exista un poema que Él le cante, 
o una canción que Ella le recite, 
mientras, en un ahora interminable,
 simplemente se dejen amar...
y se amen!
Esther Nayarí  





Al hombre sin nombre la mujer eterna


Me llegaré al altar del hombre
en ofrenda de huída y rebeldía.

Hombre de ahora y de siempre,
abre tu mano a recibirme
y levántame al cielo como una hostia.
aunque soy sólo pétalo de lágrima.

Hombre nuevo y eterno,
escúchame.
sobre tu pecho roto
llamo y clamo.

Mi palabra golpea
-obsesionante ala obsesionada-
contra las sienes.

Mi palabra del grito
te taladra la frente,
sangre de luz de la herida
bautizará por un instante,
hombre frágil,
a la mujer eterna.

eterna como el sueño fugaz.

Yo te miro sin ojos desde siempre.
tú me llevas en ti desde que existes.
Si antes no lo sabías,
ahora
ya no lo puedes olvidar.

Yo he crecido en el mar
sobre una ola que se alargó
para volverse tallo.
En ese tallo de agua limpia
he subido a mirar a los ojos de Dios.

Ahora me inclina un hálito a tu mano,
y estoy en ti como la mujer muerta
por la que todos los hombres han llorado.

Tú también has llorado
por tu hija, por tu madre,
por la mujer eterna de cuya muerte vives.

Ya no lo puedes olvidar.

Cuando tus ojos caminen en la sombra,
sentirás todavía por el cuerpo
una dulzura amarga y tibia:
beso en las palmas juntas
y una paloma que huye de tus dedos.

Con mi cara de piedra
yo estoy en la otra orilla.

Existo para ti en este momento;
y para mí no existo
porque soy más que eterna en cinco letras.

En el altar de Hombre fuerte como la vida,
hombre de hierro y hielo,
metal, sangre y espíritu,
cae la ofrenda íntegra
de la mujer lejana.

Mujer de canto y llanto
eterna como el sueño.




Yolanda  Bedregal        
(Bolivia, 1916 - 1999)

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